Mi abuelo abrió esta farmacia en 1958. Era de Luena, un pequeño pueblo en un valle en la vertiente cántabra (en aquel entonces santanderina) del Puerto del Escudo. Después de la guerra se instaló en Madrid con toda su familia (10 hijos), y después de vivir unos años por la zona compró la casa en la que vivía la familia y en cuya planta baja estaba la farmacia. En aquella época había tranvías circulando por Francisco Silvela. Mi abuelo tuvo un puesto importante en la Administración de Farmacia, de hecho, fue quien creó la norma, todavía vigente, para la distribución de las farmacias de acuerdo con un criterio de distancia y habitantes.
Mi madre, la mayor de los 10 hermanos, le compró la farmacia en 1983. Por aquel entonces ya se había tirado el “chalet” y se había construido un edificio de pisos en cuya planta baja se instaló la nueva farmacia.
Por aquel entonces yo había empezado a estudiar (y posteriormente a trabajar) en otra área, pero en 1991 aproximadamente empecé a estudiar farmacia, compatibilizando los estudios con mi trabajo de aquella ápoca. En el año 2000 compré la farmacia a mi madre y realicé una serie de reformas: ampliación del local, instalación de un robot de dispensación y apertura las 24 horas.
Desde noviembre de 2005 somos Farmacia 24 horas, con lo cual en noviembre de 2025 cumpliremos 20 años abiertos ininterrumpidamente.
Independientemente de todo esto, lo más importante es el presente. Y el presente está representado por el personal que trabaja en la farmacia. En mi humilde opinión tenemos una gente excelente, tanto a nivel personal como a nivel profesional. Tenemos bastante estabilidad laboral, cosa que a mí me parece una buena señal, y alguno lleva ya 25 años trabajando aquí. Estoy muy orgulloso de ellos, y los considero realmente el “alma” de la farmacia.